Se trata de un cerro calizo, con escasa cubierta vegetal y de gran valor paisajístico. Hace algo más de una década acogía una pareja reproductora de alimoches, que desafortunadamente ya no ocupa la cueva que usaba como nido, aunque se siguen observando otras especies rupícolas como el búho real, el halcón peregrino, y la chova piquirroja.
